jueves, 14 de noviembre de 2013

Fray Martín de Porres

Conocido como “El santo mulato”. Nació en Lima en 1579 de padre español y madre panameña. De caballero y mulata. Tardó su padre en reconocerlo, pero tuvo de todas formas que partir dejando al pequeño al cuidado de su madre. El que le encaminó en su fe fue Santo Toribio Mogrovejo, segundo arzobispo de Lima. 
Aprendió el oficio de barbero y también algo de medicina.
Se dice que desde niño sentía predilección por los enfermos y los pobres. A los quince años fue admitido como donado en el convento de los dominicos que había en Lima. En 1603 le fue concedida la profesión religiosa y pronunció los votos de pobreza, obediencia y castidad. Es muy probable que haya conocido a Santa Rosa de Lima.
Su  virtud y sus numerosos milagros habla de curaciones instantáneas, algunas con sólo su presencia; otros decían que lo vieron entrar y salir de recintos estando las puertas cerradas. Otros que lo vieron en dos lugares distintos a un mismo tiempo. La tradición dice que todos, grandes señores y hombres sencillos, no tardaban en recurrir al socorro del santo mulato. Enfermero y hortelano herbolario, Fray Martín cultivaba las plantas medicinales que aliviaban a sus enfermos. Conocido por su amabilidad con los animales.
El pueblo de Lima venera hoy su dulce y sencilla imagen, con su escoba en la mano dando de comer, de un mismo plato, a perro, ratón y gato.
Murió a los sesenta años de edad, y mientras en la calle toda Lima lloraba, el mismo virrey fue a verlo a su lecho de muerte para besar la mano de quien decía de sí mismo ser un perro mulato. Fray Martín de Porres, el mulato "santo de la escoba" fue canonizado el 6 de mayo de 1962 por el Papa Juan XXIII

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